Aún me queda un sabor amargo en la boca tras participar en la San Silvestre Vallecana 2012. Lo del sabor amargo no es una metáfora, es literal: me tire durante todo el mítico 10.000 con el estómago en la boca, con unas ganas de vomitar que no podía con ellas. Pero bueno, vayamos por partes .
Como siempre, la SSV es mi cierre del año. Para muchos es una carrera lúdico festiva. Para mi no tanto, más que nada por mis limitadas capacidades en esto de la carrera a pie. Y como viene siendo tradicional, la preparación así así. Venía de un Octubre / Noviembre muy vagos a nivel deportivo. Si bien durante diciembre si me animé a correr algo más, tampoco es que las sensaciones fueran maravillosas, como no podía ser de otra manera. Así que veía complicado volver a hacer 53 minutos como en 2011, aunque ese año mi preparación de nuevo fue nula y aún así corrí bastante bien.
Como ya no vivo en Madrid el día de la prueba me trasladé en coche a entrevías y desde allí con el Cercanías a nuevos ministerios. El día estaba frío, así que acabé por poner un forro polar debajo de la camiseta naranja butano de este año.
Aspecto antes de correr la SSV
Sobre las 17h ya estaba en mi cajón, el de menos de 55. Caliento un poco, estiro, sobre todo la planta de mi pie izquierdo y me preparo para salir. Pese al frío y a que no tengo ningún conocido cerca, no se hace largo el rato. Hay mucho ruido, música (este año toca mucho rollo DJ) y ganas de correr. Al final acabo casi en la primera línea de mi cajón. Como resulta que somos los primeros de la 2ª oleada, tengo todo despejado delante, que pena que corra tan poco. Tras la salida del primer cajón, nos acercamos a la salida y sobre las 17:50 nos sueltan.
Digo lo de “nos sueltan” porque salgo bastante rápido. Toda la primera subidilla que hay, antes de girar a la derecha para bajar por Serrano voy como un tiro. Incluso pienso si debería bajar algo el ritmo, pero como veo que el corazón no va excesivamente acelerado y que me encuentro bien aprieto así hasta girar.
Pero la alegría iba a durar poco: a los pocos metros de ir por Serrano me empiezo a encontrar fatal, tengo el estómago dado la vuelta y unas ganas de vomitar que no puedo con ellas. Poniéndose de acuerdo, las piernas me empiezan a fastidiar bastante y para terminar la acumulación de sensaciones agradables, en un par de repechines que hay por Serrano, el corazón literalmente se me sale por la boca.
Puff, que chungo, me pienso decididamente que no voy a poder seguir corriendo, que lo mejor sería parar y soltar unos cuantos eructos a ver si se me centra el estómago. Pero cabezón que soy sigo corriendo, bajo bastante el ritmo (sobre todo teniendo en cuenta que era todo terreno favorable) y aunque desde luego no me encuentro bien, al menos las ganas de vomitar se han quedado en nauseas y escupitajos de baba densa que suelto intentando no dar a nadie de mi alrededor.
Todo el tramo hasta Alcalá y luego Castellana debo trotar sobre 5:20 el mil. No es despacio, pero si menos de lo que esperaba. La zona de la puerta de Alcalá no la disfruto tanto como otros años porque voy a lo mío y realmente lo que intento es no caer desfallecido. En castellana, con menos pendiente favorable, el ritmo baja un poquito más, sobre 5:30 y las piernas me las noto muy cargadas. En ese tramo descarto lo de tener que parar un rato , si bien me encuentro lejos de estar bien. La verdad es que es una pena encontrarme así, ya que se corre bien a gusto y como siempre el ambiente de la SSV es genial.
Aquí se ve lo que sufrí...
Sigo avanzando hasta llegar a Atocha, donde este año juraría que había más gente que en los anteriores. Y lo mismo para todo el tramo que hay hasta Vallecas. Los niños me dan la mano para ver si se la chocaba, pero no les devuelvo el gesto, sobre todo porque no estaba para hacer movimientos en falso, que lo mismo directamente me desplomaba.
En el tramo Atocha-Puente de Vallecas bajo algo más el ritmo, sobre 5:40. Aquí parece que por fin el estómago se ha puesto en su sitio y las nauseas no son tan malas. Aún así, no me encuentro bien, no se si físicamente o moralmente sabiendo que tenía cerca la subidita de la Avenida de la Albufera. El ambiente en esta zona ya es bastante bueno, hay muchísima gente en la calle, da gusto correr con esos ánimos.
Así que llego al puente de Vallecas más entero de lo que me esperaba y dispuesto a enfrentarme al kilómetro de subida. Bajo zancada, subo cadencia y a tirar. Decididamente no miro ni el pulosómetro, ni el ritmo que llevo, sencillamente lo que quiero es llegar arriba. Y para todo lo mal que iba, no me encuentro mal, si bien el ritmo que llevo es bastante penoso, como puedo comprobar al día siguiente mirando los datos de mi reloj. Como siempre los ánimos ayudan, si bien este año no los noto tanto porque voy como en una especie de burbuja dentro de mi sufrimiento.
Finalmente llego arriba y giro a la derecha, tengo el último kilómetro cerca. En esta zona como siempre hay algo de aglomeración de corredores, si bien no me molestan mucho, más bien el que molesta soy yo con mi ritmo de caracol reumático. Estoy literalmente fundido, lo he dado todo y más, llevo el corazón al 95% mantenido y aún así no soy capaz de trotar más rápido de 5:50. La gente a mi alrededor aprieta para llegar a meta pero yo bastante tengo con no ir andando. Finalmente, acabo por girar a la izquierda y ver la meta allí. Veo que aún estoy por debajo de 55 minutos y que si apretara un poco podía bajar ese tiempo y mantener el cajón de este año…pero no, no tengo más, no puedo esprintar ni nada parecido y me conformo con llegar allí, totalmente vacío en 55:07.
Así que con más pena que gloria me dirijo a devolver el chip, a coger la bolsa con líquido y algo de comer (que no toco hasta llegar al coche por miedo a soltarlo según entre) e ir al guardarropa a coger la ropa que tenía de reserva. Me la pongo directamente encima de la que tengo y vuelvo dirección a entrevías, donde tenía mi coche. En poco más de 10 minutos llego al mismo, llamo a mi mujer para comentarle la jugada antes de dirigirme al norte de Madrid.
Finalmente el tiempo no fue horrendo solo 2 minutos más que en 2011, que de paso fue mi mejor tiempo de siempre y eso pese a las sensaciones malísimas que tenía. Analizando el tiempo hasta el KM 5 voy incluso por debajo de mi tiempo del año pasado y en el 7,5 poco más de 30 segundos peor que en 2011. Es en los dos últimos 2,5 km donde voy de verdad más despacio. Solo en el último KM pierdo 40 segundos...
Un dato más significativo es el nivel de esfuerzo (EPOC) que generé. Fue de 360. Para ponerlo en contexto, a partir de 210 lo considera un esfuerzo máximo para mi nivel de entrenamiento y capacidad física y el año pasado ese dato fue “solo” de 310. Vamos, que lo di todo y más. MI pulso medio estuvo al 92% de su capacidad máxima, así que mucho más no tenía dentro. Lo único bueno que mi planta del pie izquierdo no acabo demasiado machacada tras los 10 km por asfalto sin hacer una pisada que “defendiera” su maltrecho estado. De hecho, acabé más con sensación de cansancio y agujetas que de dolor agudo (como me paso el año pasado)
Comparando los pasos por Km con los del año pasado, sorprendentemente hasta las inmediaciones de Vallecas el tiempo era muy similar.
La verdad es que le he estado dando bastantes vueltas al porque de esas malísimas sensaciones. Estaba claro que no me encontraba en mi mejor forma, pero tampoco como para estar así. Puede que el frío y salir fuerte hicieron reaccionar a mi cuerpo de forma rara. No lo se, si bien creo que recordaré esta SSV como una en las que más he sufrido!
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