Es lunes por la mañana. Aún siento mis piernas pesadas y el
cuerpo vacío de energía. La tos y los mocos me siguen acompañando al igual que
durante las 5:30 que estuve ayer pedaleando por los alrededores de El Berrueco
y La Cabrera
en la XI Maratón
sierra Norte, organizada por el Club Madroño y que desde luego, me va a dejar
la cabeza llena de recuerdos, la mayoría buenos y otros no tanto durante los
próximos días en los que iré escribiendo mi crónica.
Tras la suspensión de los 88 del Mammoth, esta iba a ser la única marcha
“sería” que iba a hacer en todo el año. Mi tercera Sierra Norte, este año
repitiendo salida en El Berrueco y el recorrido de 2010, que a mí
particularmente me encantó. Y la verdad es que desde final de 2009, era de los
momentos que mejor me encontraba físicamente. Un buen número de rutas durillas
durante el verano junto con la
Pedales de Occitania habían hecho que recuperara algo de la
forma que tenía hace un par de años. El ensayo general el domingo pasado en la Pedriza, con muy buenas
sensaciones, así que parecía todo bien encaminado.
Claro, que las cosas a veces se tuercen sin que te lo
esperes. El martes de la semana pasada empiezo a notar mi garganta como un
botillo. Al final, la cosa se convierte en un catarro griposo y a partir del
viernes empiezo a tener una tos perruna preocupante aderezada por toneladas de
mocos. Para continuar, me paso todo el viernes noche y el sábado por la mañana,
además de convaleciente, moviendo muebles varios (no quedaba otro remedio) y
llevándolos de ida y vuelta a mi pueblo, durmiendo como 5 horas en total. El
sábado tarde literalmente estoy fundido, no hago más que dormir y prefiero ni
mirar si tengo fiebre. Vamos, genial, tanta preparación, tantos kilómetros
hechos para que la última semana se tuerza todo como por arte de magia.
Aún así, no iba a abandonar antes de pelear. Domingo, 6:15
de la mañana, de pie y tirando para El Berrueco. Menos mal que ahora que vivo
en Sanse tardo bastante menos en llegar a la zona. Sobre las 7:30 recojo el
dorsal y decido que definitivamente prefiero pasar calor que frío, dado mi
estado físico. Así que toca chaqueta, que si al final hace calor me la abro y
punto. Cuando recojo el dorsal intento hacer una visita al señor Roca, efecto
del pedazo de cocido que me metí entre pecho y espalda el sábado (otro punto de
mi “excelente” preparación). Pero uno es muy señorito y al señor Roca hay que
visitarle con tranquilidad, no sentado de malas maneras en cuclillas. Así que
me tengo que volver al coche sin descargar el lastre que llevo dentro provocado
por mi sanísima comida tradicional madrileña rica en fibras.
Sobre las 8:15 me pongo a montar mi bici, descubriendo que
mi rueda trasera ha perdido un montón de presión. El aire que conservan dentro
las ruedas tubeless parece una ciencia oculta. Ayer las llene a 2,5 bar y hoy
estaba como un moco sin haberla tocado…menos mal que el chico de al lado me
deja una bomba (llevaba la mía prensada con cinta junto con la cámara y los
desmontables en la tija del sillín). El chico es nuevo en estos saraos y le
comento un poco como es la marcha y le digo que guarde fuerzas para el final,
que aunque parezca de bajada, los senderos encadenados que hay duelen mucho.
Que pena no saber como habrá terminado.
Sobre las 8:40 voy a la línea de salida. Para mi sorpresa
está completamente llena. Así que me toca estar bastante atrás. Y para más
sorpresa, sobre las 8:50 dan la salida ¿¿¿Pero no me habían dicho donde los
dorsales que era a las 9??? Por las calles de El Berrueco me doy un pequeño
calentón e intento ir pasando gente. Me conozco el recorrido y se que en los
primeros kilómetros hay muchos estrechamientos que pueden provocar atascos.
Aunque paso a bastante gente, me como el primer atasco, justo al salir del
pueblo y meternos por un arenoso camino que nos lleva a los alrededores del
pantano del Atazar.
La arena y el terreno extremadamente seco sería una de las características del día. Durante los primeros kilómetros, avanzamos todos dentro de una enorme nube de polvo. Imagino que provocado por la tensión de la marcha, me encuentro bastante bien y llevo un buen ritmo sostenido. Paso a bastantes corredores, algunos me pasan a mí, pero en general tengo la sensación de recuperar más de lo que pierdo. Eso si, a mi paso voy dejando un “track” de mocos, debe ser que mi nariz tiene complejo de GPS.
Toda esta primera parte del recorrido es muy rompepiernas,
con subidas cortas pero intensas y bajadas por senderos. Excepto una zona de
losas, no son muy técnicos, pero están sequísimos. Aquí me sigo comiendo
atascos y el ritmo, sobre todo en las bajadas, podría haber sido mucho más
rápido, pero hay mucho tráfico y no puedo avanzar todo lo rápido que hubiera
querido. Hay un tramo en unas losas de granito en el que hay que desmontar si o
si. Aquí ya se monta el gran atasco. Aprovechando esto, quito un hierbajo que
se me había enredado en el rotor del disco delantero y que iba creando un
soniquete insoportable que me estaba sacando de quicio.
A partir de este punto, el terreno se abre un poco y hasta
llegar al primer avituallamiento hay caminos más anchos y rápidos, atravesando
las dehesas al sur de La Cabrera. Por
aquí llevo muy buen ritmo. De hecho, tengo que levantar un poco el pie, porque
mis piernas van muy bien pero tengo serias dudas de cómo va a responder el
resto de mi maltrecho cuerpo.
Llego al primer avituallamiento, en el KM 19. El Menú es
excelente, el único punto a mejorar por la organización respecto al año pasado
y que demuestra que han hecho los deberes: melón, plátanos, higos, frutos
secos, dátiles…todo en grandes cantidades. Como un poco de todo y cuando me doy
la vuelta, una sorpresa: Por allí andaba Tony, una máquina de los que andan
siempre en cabeza de pelotón. Dios, pues si que he tenido que ir rápido. Sin
embargo, en un momento me quitan la ilusión: ha tenido muchos problemas con la cadena
y tiene que abandonar. Mala suerte amigo, que desagradecido es a veces este
deporte.
Me desea suerte y me pongo rápidamente en marcha. El
recorrido sigue por los caminos relativamente anchos y rápidos de los últimos
kilómetros. Mis piernas siguen respondiendo bien y en toda esta parte avanzo a
gran velocidad. Aún así, hay que tener cuidado con el recorrido, muy seco y
arenoso debido a la falta de lluvias de los últimos meses…parece la Titan Desert.
Al poco tiempo vamos llegando a la zona del Canal de Isabel
II, con su bajada por un cortafuegos, que al final está muy suelta por la
sequedad del terreno y tengo que poner pie a tierra. Después viene una pista
asfaltada, donde me pongo en ritmo recuperación, ya que se que en un momento
dado da una revuelta a la derecha con un repecho pared bastante intenso.
Aún siendo de recuperación, el ritmo debe ser bueno, ya que
no me pasa casi nadie. Y el rampón también lo subo bastante bien, pasando a
algunos ciclistas que tengo por delante. Al poco abandonamos el asfalto hacia
la izquierda y nos encaminamos a los senderos que nos llevaran poco a poco y en
subida a La Cabrera. Por
esta zona empiezo a tener mucho calor y a sudar bastante. Ciertamente, la
temperatura sigue siendo baja, por lo que supongo que será cosa del catarro y
del esfuerzo que voy realizando, ya que mi ritmo es bastante vivo. Después de
soltar todos los mocos del mundo, ahora lo que siento es la garganta muy seca,
junto con el estómago algo vacío. No lo entiendo bien, ya que había comido y
bebido correctamente en el primer avituallamiento, pero bueno, estaba claro que
aunque tuviese piernas, el resto de mi cuerpo iba un poco a su aire.
Quitando una subida por pista que hace un par de zetas y que
si tiene un desnivel bastante fuerte, vamos atravesando vías pecuarias con
porcentajes bastante llevaderos. Hay arena por todos sitios que impiden llevar
una velocidad más alta. Aún así, me encuentro bien y llego a ese punto de ritmo
“medaigualochoqueochenta” que en general ayuda bastante en este tipo de marchas.
Por toda la zona voy bastante solo, no tengo más que un ciclista a la vista y
no viene mucha gente por detrás. En un momento dado se me cae el bote del agua
que queda completamente empanado en la arena que hay en el recorrido.
Al poco tiempo, vamos llegando a los alrededores de La Cabrera, donde hay un
control y donde aprovecho para quitarme la braga que llevo al cuello y que
estaba completamente impregnada de sudor. Va a tocar beber bastante en el
próximo avituallamiento. Antes de llegar a los senderos de alrededor de la Cabrera, me pasan unos
cuantos ciclistas. Este es el primer punto donde me noto las piernas un poco
tocadas, así que levanto algo el ritmo, sabiendo que en la zona de senderos,
seguramente me echa encima del resto de la gente. Es así, y al final, tras
atravesar las calles de La
Cabrera, llegamos en grupo unos 8 ciclistas todos juntos.
El 2º avituallamiento es igual que el 1º: abundante y rico.
Aquí además hay isotónica, de la que me tomo dos vasitos para recuperar las
sales perdidas por tanto sudor. Y como bien, un par de cachos de plátano y de
melón y frutos secos a puñados en plan animal. Me tomo mi primer gel, en breve
toca la subida al Medio Celemín, la más dura de la marcha y hay que estar a
tope.
Tras esta parada, toca una larguísima zona de senderos y
losas. Por aquí voy bastante solo y puedo avanzar rápido, aunque con cuidado
porque la sequedad del terreno hace a algunos puntos sean auténticas arenas
movedizas.
Poco a poco nos vamos acercando al Medio Celemín. Parece que
el gel y la comida han dado fuerza a mis piernas, pero me siento raro, tanto de
estómago como con unos amagos de flato un tanto raros. El Medio Celemín es otro
puerto de esos en los que la pendiente media no dice nada: Rampón, descansillo,
Rampón, descansillo, Rampón que te mueres para terminar. Como me lo conocía del
año pasado, llevo un ritmo mantenido, sin ir demasiado forzado, mis piernas ya
habían dado signos de debilidad y sobre todo, mi estómago estaba raro.
Los dos primeros rampones los paso bien, con buenas
sensaciones. El ritmo no debe ser malo, ya que nadie me pasa y supero a algún
ciclista. Pero el último se me atraganta y de que manera. En realidad se le
atraganta a todo el mundo, porque los participantes que llevo delante se van
retorciendo sobre sus monturas y no aumentan su ventaja sobre mí. Las
sensaciones, sobre todo de estómago son malísimas, tengo ganas de vomitar,
estoy medio mareado y doy pedales como me podía tirar a la cuneta.
Curiosamente, no tengo excesivo calor, a diferencia de la zona de La Cabrera, corre una brisa
muy fresca que hace que mi chaqueta medio abierta se agradezca, friolero que es
uno.
Corono bastante tocado y mareado. Me encuentro fatal y mi
único pensamiento es llegar al 3º avituallamiento a recuperar un poco. La bajada
por la cañada real la hago de pena. Está muy peligrosa, con muchísima piedra
suelta, roderas etc. Como no las tengo todas conmigo, voy literalmente quemando
los frenos. Los ciclistas que había llevado a mi vista en toda la subida, se me
escapan y además me pasan algunos más. Me da igual, mi única idea es llegar al
avituallamiento e intentar recuperar fuerzas.
Finalmente llego al avituallamiento del Km 59. Por suerte en
la bajada el estómago se ha centrado un poco, aunque sigo con las sensaciones
raras de flato. Así que me decido a comer, el gasto energético es alto y lo
peor sería quedarse vacío. Veo que me sientan bien los plátanos y el melón, así
que me decido a tomar mi segundo gel. Necesito glucosa pura para que mi cabeza
vuelva a estar en su sitio. No paro mucho más, la comida me ha sentado bien y
retomo la marcha.
Después de una corta bajada giramos a la derecha por una
carretera. Creo que a este punto lo voy a llamar “la cuesta de los calambres”.
Tres años que llevo de sierra Norte y tres años que justo en este punto, mis
piernas se acalambran…ARJJJJJ ahora que parecía que se sentaba un poco mi
cuerpo, empiezo con estas. Por suerte, la cosa se queda en amago, aunque subo
piñones como un loco para evitar que vaya a mayores. Con ritmo caracólico, subo
este repecho y el siguiente a la derecha, ya en una pista rota. Me pasan unos
cuantos ciclistas, pero de nuevo me importa poco, lo único que tengo en la
cabeza es pasar estas subidas sin que se me acalambren las piernas del todo
pedaleando lo más redondo posible.
No hay mal que por bien no venga. El ritmo suave que llevo
ayuda a mi proceso de asentamiento físico. El estómago por fin me deja de
molestar y el flato ese raro parece que pasa a la historia. Así que puedo ir
afrontando los senderos trialeros que tocan ahora en mejores condiciones.
No tengo claro porque, pero en esta parte del recorrido, que
suele ser siempre bastante solitaria, me da por tararear canciones en mi
cabeza. Este año me toca Lili Marlene, versión original, supongo que por las penurias
que voy pasando por la zona, algo así como una pequeña batalla…
Wie einst Lili Marlene, wie einst Lili Marlene…
Poco a poco me voy encontrando mejor y teniendo mejores
sensaciones. El único pero es en un repecho, que de nuevo me amagan calambres y
este si que le tengo que subir empujando la bici porque estaba la cosa al
límite límite.
Aún así, me voy encontrando mejor. Me pasa un grupo de
máquinas (me pregunto que hacían detrás de mi a estas alturas, lo mismo eran de
la marcha corta…) y me alcanzan otros ciclistas a los que me acoplo a la rueda
y que no dejaré ya. Después de los primeros senderos trialeros de bajada, se
van atravesando dehesas, en general de bajada pero con algunos repechos. Y
finalmente, acercándonos a la A1,
el terreno se abre más.
Mit dir Lili Marlene, mit dir Lili Marlene…
Aquí justo nos encontramos con el postre del recorrido, una
subida sobre grava, que según se avanza se va rompiendo a la vez que alcanza un
desnivel bastante duro. A estas alturas, ni que decir tiene que hace un daño
tremendo. La primera parte es más suave, así que decido subir con tranquilidad,
sobre todo por el miedo a los calambres. Luego se empina más, se empina más, se
empina más….y sigo subiendo, sin demasiados problemas. Así que por primera vez
en mis tres participaciones, soy capaz de subir la cuesta de marras del tirón.
Al final hay un fotógrafo y pienso: ¡Con la velocidad que llevo es imposible
que me hagas un buen barrido jajajaja!
Wie einst Lili Marlene, wie einst Lili Marlene…
Una vez superado este último escollo y además sin problemas,
me da un subidón tremendo. El cuerpo se me había arreglado bastante, los amagos
de calambres habían desaparecido y tras repostar agua en el puente sobre la A1, miro el tiempo que llevo.
Bueno, son 5:10, creo que si aprieto puedo estar debajo de las 5:30 que me
había marcado de objetivo mínimo. Así que aprieto los dientes y me voy a toda
pastilla a por los últimos kilómetros antes de llegar a El Berrueco. Aquí dejo
de cantar y leches y voy literalmente dándolo todo. Hay un par de repechos,
pero en general el recorrido tiende a bajar.
Me encuentro bien y poco a poco voy cazando a gente que me
había pasado en la última subida dura. Sigo bien y viendo el tiempo veo que
seguramente pueda llegar en mi objetivo. La zona es por caminos anchos bastante
rotos, pero me da igual, paso por encima de ellos como una plancha y dando
pedales con buena cadencia.
Nos acercamos a El Berrueco. Ya en sus calles acabo por
pasar a toda la gente que tengo por delante, un grupo de 6-8 ciclistas. Supongo
que debieron pensar que demonios hacía apretando así al final…tonterías de uno,
al final compites con tu propia sombra y así llenar ese pequeño ego interior de
superarte a ti mismo. Finalmente alcanzo la Meta y paro mi crono en 5:26 ciclados. Justo por
debajo de lo que quería. El tiempo final 5:45 y el puesto el 197, así que
llegué por enmedio, mucho mejor que el año pasado, donde realmente pasé mucho
tiempo en los avituallamientos. Por lo que he visto, salieron 430 en la marcha
de 80 Km
de los que la hicieron completa 300.
Según llego, cojo pasta, empanada (riquísima) y una Cocacola y me tiro al césped a comer. Llamo a mi novia, para decirle que he llegado de una pieza sin que se me cayeran los pulmones y laringe por el camino, aunque ha faltado poco. La sensación es un poco rara, ya que no tengo a nadie conocido por la zona. Desgraciadamente Tony había terminado de forma prematura y aunque busco con la mirada a Pablo no le veo, supongo que habrá acabado hora y pico antes y se habrá marchado a su casa. Y no conocía a nadie más que hiciese la marcha. Así que nada más comer, limpio la bici y me vuelvo a casa, eso si, después de llevarme un precioso calambrazo de recuerdo en la parte interior del muslo de mi pierna derecha. Al final se salió con la suya, aunque por suerte ¡tarde!
Al llega a casa, lo primero que hago es rendir visita al
señor Ro-a. Y que visita señores, creo que el lastre que llevaba encima me
debió penalizar y bastante a lo largo del día. Aparte de esto, ducha, estirar,
ordenar todo y pasar el resto de la tarde tranquilito. Estoy fundido, sensación
que se agudiza por los síntomas del catarro, pero contento, después de haber
disfrutado de nuevo de una marcha tan bien organizada y tan divertida como el la Sierra Norte.
Me sigue pareciendo una de las marchas más interesantes de las
que se organizan por Madrid. Tanto por recorrido como por organización. La
verdad es que da gusto ver como se vuelcan en atenderte y mimarte. Además, me
gusta mucho como escuchan al usuario: hace 2 años hubo problemas con la
señalización. Al siguiente (como en este) perfecta. El año pasado los
avituallamientos fueron un poco flojos. En este geniales. Lo dicho, muchas
gracias desde aquí al Club Madroño por ofrecer una marcha de esta calidad en
Madrid. Yo desde luego, mientras que el tiempo y mis piernas lo permitan estaré
allí.
El recorrido es de mis preferidos. Tiene un poco de todo y
una cantidad de senderos tremenda. Aunque no tiene un desnivel de asustar, hay
que ganarse cada subida y cada una de las bajadas. También tienes tramos, sobre
todo en la primera mitad, que te permiten recuperar, así que veo que es una
marcha que guarda un buen equilibrio entre esfuerzo físico y técnica.
En cuanto a mi, pues me deja un poco sabor agridulce por el
rendimiento. Sin los problemas físicos, especialmente el catarro, estaba claro
que tenía muy buenas piernas. La primera mitad la hice a muy buen ritmo e
incluso al final, cuando mi cuerpo se centró, tenía mucha fuerza. Buena parte
de la subida al medio celemín la hice bastante bien. Supongo que sin el catarro y saliendo algo más
adelante, hubiera hecho unos 10/15 minutos menos de ciclado, pero bueno,
tampoco hay que darle más vueltas, las cosas son como vienen y los planes hay
que adaptarlos a las circunstancias, valorando los resultados según esto y en
ese sentido estoy contento.
A este nivel de esfuerzo, si no tienes el cuerpo como un
reloj lo pagas y a mi me toco pagarlo. Por suerte ya me voy conociendo y sabía
que en algún momento la comida haría su efecto, era cuestión de esperar y no
desmoralizarse. Es lo bueno de este tipo de pruebas, te ponen al límite y te da
tiempo a ir como un toro, morirte sobre al bici y resurgir cual ave fénix
durante las más de 5 horas que estás dando pedales. Toda una experiencia, la verdad
y desde luego, mientras que pueda, la seguiré repitiendo.
Por cierto, que mi Giant XTC ha cumplido 10.000 km justo en este Maratón. No es mal cumpleaños ¿no?
Para terminar, ¡nos vemos al año que viene!
Pues si Bruna, con todo ese lastre que llevabas no hay quien ande. La próxima hay que descargar antes y te quitas 1 hora de encima, jajaja... Una´lástima lo de Tony. Yo me piré a la hora de llegar a meta más o menos, cuando ya no me entraba más cerveza en el cuerpo, jajaja
ResponderEliminarEl domingo cierro el telón con la Maratón en Carpio de Tajo, va a ver buenas liebres con las que medirse.
un abrazo,
pablo.
jajajaja, si es que tenía el día atravesado!!! Pero de todo se aprende: nunca comer cocido y/o otras legumbres el día antes de una marcha jajaja
ResponderEliminarYo iba a hacer la imperial este domingo, lo que pasa que ya no había dorsales.
Mucha suerte por el Carpio, que esos toledanos andan que se las pelan!
Un abrazo,
Bruna
Viendo a tu hermano y a su costipado, si estabas igual, tiene mérito hasta terminarlo!! Enhorabuena!!
ResponderEliminarLástima lo de la Imperial!!
Gracias por pasar tony
ResponderEliminarLa verdad que el catarro molestó bastante e imagino que tendría mucho que ver con el mal cuerpo que tuve a ratos...pero bueno, es lo que hay!
Pena lo tuyo, si es que no se puede dar pedales tan fuerte jajajaja
Un saludo,
Gracias por la citacion y me alegro que disfrutaras del maraton! Y felicidades por los 10000km de la XTC a mi tmb me duro muchísimo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar Luis! Lo de la cita es lo mínimo después de estar toda la mañana haciendo fotos y ofrecérselas a todos los participantes!
ResponderEliminar¿También tienes una XTC? La mía es el modelo de 2008 y estoy encantado con ella. La verdad que tiene un equilibrio excelente entre agilidad y nobleza para pasar las zonas difíciles. Espero que me dure mucho!
Yo tenia la del 2006 muy preparada con tood XTR la vendi hace pokito en foro mtb. Ahora tengo una reing 0 No me muevo de giant! jejeje
ResponderEliminarYo también son 100% de Giant. Tengo la XTC montada con XT que va como un tiro para las marchas. Y luego una Trance para las rutas. Ando ahora a ver si la vendo, porque me quiero pillar una trance con más recorrido. Así que si sabes de alguien que quiera una buena bici a buen precio de talla S ya sabes!
ResponderEliminarSaludos