Hola de nuevo,
Tras un verano de grandes rutas por Madrid y por los Pirineos, toca ir relajando las piernas y suavizar un poco las salidas. Aunque el otoño está siendo rarito por sus altas temperaturas, en breve estas caerán y pasar un buen número de horas en la montaña dando pedales se hará un tanto incómodo.
Aprovechando estos últimos coletazos del otoño veraniego, rendí visita de nuevo a Pálmaces y me dispuse a hacer otra de las rutas clásicas de la zona, para complementar un poco la que tengo puesta con anterioridad en el Blog. Ahora como la tecnología ha llegado a mi vida ciclista puedo poner incluso el Track de la misma. En cierta manera, las dos rutas se complementan y tienen un buen número de kilómetros en común. Podrían ser una buena elección para pasar un fin de semana ciclista en la zona.
Por terreno y características, se parece mucho al camino a la Constante : pistas en diferente grado de conversación no excesivamente técnicas pero con las que hay que llevar cuidado, terreno de colinas sin grandes subidas, paisajes inhóspitos, soledad...a mí particularmente me encanta perderme por allí y pasarme horas pedaleando sin cruzarme absolutamente con nadie que no sea un pastor. Raro es el día en el que no te salta un corzo, un zorro, una jineta, en el que no ves a los buitres sobrevolando tu cabeza o ves a un lagarto paseando por el camino. Naturaleza en estado puro, solo interrumpida por el camino que seguimos.
El Track comienza justo a la salida del pueblo. Podemos dejar el coche en la plaza e ir hasta allí, es fácil. Los primeros kilómetros son iguales que los de la ruta de la constante, así que la explicación es la misma. Llegamos a la presa y giramos a la derecha. La atravesamos y tomamos en subida (hace unas zetas de derecha a izquierda) la pista del pinar de Pálmaces. Durante un buen número de kilómetros no nos desviaremos de este camino, una pista en diferentes grados de conservación, así que es muy fácil seguir la ruta.
La pista tiene tendencia a subir, pero no hay grandes rampas excepto en dos puntos concretos y en general entre siempre tendremos descansillos para recuperar fuerzas. Durante los primeros kilómetros, podemos contemplar a nuestra derecha la panorámica del pantano y los grandes muros de roca que se elevan junto a la presa de Pálmaces
Cuando llegamos a una zona en la que se llanea más, veremos una pista evidente que sale a la derecha y que sigue el Track. En este momento NO HAY QUE COJERLA, la primera pasada debemos seguir de frente, será cuando volvamos a pasar aquí cuando habrá que bajar por ella. Lo pongo en el Track con un Way Point
Salimos del bosque y comenzamos a ascender una dura rampa por pista pedregosa, seguimos avanzando con el monte del Otero a la derecha, hasta llegar al pico del águila en bajada y tras un nuevo repecho de subida llegamos a un cruce importante. A la derecha se va a Robledo, que es el camino seguido en la ruta de la Constante. De frente se llega a varias minas abandonadas siguiendo el cartel de la ruta del cid. Y a la izquierda, siguiendo la pista, es donde continuaremos nuestro camino.
Esta zona es más llana y vamos pedaleando por una meseta siguiendo la cañada real Galiana, pudiendo ver a nuestra izquierda los extensos pinares por los que hemos rodado con anterioridad y por la derecha la sierra del Alto Rey y algunas de las minas de plata abandonadas de Hiendelaencina.
Tras un par de kilómetros nos tenemos que desviar a la izquierda, convirtiéndose la pista en un camino menos marcado entre jaras pero aún así, fácil de seguir. Comenzamos el descenso a la Mina del Caolín de Pálmaces, parte de nuevo compartida con la ruta de la Constante. Empieza una de las partes más técnicas y divertidas del recorrido. Primero iremos por un pedregoso camino en forma de tobogán. Hay que tener cuidado con los desvíos y en general ir tomando las opciones de la derecha, aunque se sigue sin problemas el track. Siempre que acabemos en una buena pista de tierra blanca, no hay problema, ya que no hay ninguna en estado similar por la zona.
En dicha pista, debemos girar a la izquierda (a la derecha iríamos a Congostrina). El tramo comienza con un llano para pronto comenzar a bajar hasta llevarnos al puente sobre el arroyo de los gavilanes y a la mina al aire libre de Caolín de Pálmaces, actualmente sin utilizar. Llama la atención la tremenda erosión provocada por dicha explotación minera, para que luego digan de la degradación ambiental que provoca el MTB…
Después de cruzar el arroyo, seguimos por este camino hasta llegar al fondo, donde tendremos que girar a la izquierda para comenzar a ascender entre la erosión formada por la mina de caolín. Aunque desde el ayuntamiento de Pálmaces se intenta conservar este tramo en el mejor estado posible la erosión de la zona provoca enormes grietas regularmente, lo que hace el ascenso más divertido si cabe para el ciclista. Tiene una pendiente considerable (en partes del 14%), lo que unido al terreno con grietas, hace necesaria una buena dosis de técnica para pasar el tramo.
Tras finalizar el ascenso, hacemos una corta bajada y nos incorporamos de nuevo a la pista del pinar de Pálmaces. Aquí vamos a girar a la izquierda para ascender de nuevo hasta el pinar. La ruta sigue el mismo camino con el que empezábamos la ruta, hasta que al llegar a los llanos, cogemos la pista a la derecha que hemos comentado al principio y que nos llevará, en bajada, hasta los alrededores del pantano de Pálmaces. Comienza “la vuelta al pantano” en sentido estricto.
El camino es similar a la pista del pinar. Primero bajaremos hasta cruzar el cauce del arroyo del Rizuelo y tras esto tendremos que subir. Los primeros metros de este repecho son duros, pero tras una curva a izquierdas, donde podremos ver uno de los brazos del pantano, la cosa se suaviza.
Tras finalizar el ascenso, hacemos una corta bajada y nos incorporamos de nuevo a la pista del pinar de Pálmaces. Aquí vamos a girar a la izquierda para ascender de nuevo hasta el pinar. La ruta sigue el mismo camino con el que empezábamos la ruta, hasta que al llegar a los llanos, cogemos la pista a la derecha que hemos comentado al principio y que nos llevará, en bajada, hasta los alrededores del pantano de Pálmaces. Comienza “la vuelta al pantano” en sentido estricto.
El camino es similar a la pista del pinar. Primero bajaremos hasta cruzar el cauce del arroyo del Rizuelo y tras esto tendremos que subir. Los primeros metros de este repecho son duros, pero tras una curva a izquierdas, donde podremos ver uno de los brazos del pantano, la cosa se suaviza.
Después vendrá otro repecho más, un poco de bajada, un poco de rompepiernas y saldremos del bosque,e iniciaremos el descenso hasta la cola del pantano y el río Cañamares, que tendremos que vadear. El terreno, más despejado, es inhóspito. No nos engañemos, aquí la naturaleza nos tiene como invitados y si no fuera porque la pista está bien marcada, seguro que la había comido ya el terreno. Desde luego, si hubieran querido rodar las escenas de Mordor en las películas del señor de los anillos, habrían quedado perfectamente ambientadas.
La bajada es sencilla aunque no exenta de peligro por las curvas, la arena y piedras del terreno. Al poco llegaremos al vado del Cañamares. Siempre hay agua, pero en primavera, realmente tiene fuerza gracias al deshielo de las montañas de alrededor. Por eso la mejor época para hacer la ruta es la de Verano-Otoño, ya que el cauce es bastante más bajo y lo único que nos pasará es que nos mojaremos los pies. El cruce se hace sin problemas, ya que en el río hay un lecho de piedras.
Lo malo empieza después del vado: la subida al Torrenegro. El nombre no augura nada bueno y es claramente la subida más dura del recorrido. Como llevamos ya unos kilómetros en las piernas, siempre hace daño. El primer kilómetro duele bastante, una subida constante, primero haciendo Zetas por una pista en muy mal estado y después tomando altura de forma más recta por la ladera de la montaña, donde nos podremos deleitar a nuestra izquierda con el valle que forma en la zona el Cañamares.
Aunque dura, la subida no es larga y al poco comienza a suavizar, justo cuando vemos alguna cerca que muestra la escasa presencia humana en la zona. Siguiendo el camino principal, pronto nos introduciremos en otro pinar, este perteneciente ya al pueblo de Angón y deberemos girar en un cruce a la izquierda. A la derecha subiríamos por un cortafuego a la cima del Torrenegro.
Llaneamos un poco por el pinar y rápidamente cogemos un desvío a la derecha, para tomar el camino que lleva a Angón. Esta es una parte del recorrido que me encanta, de nuevo muy inhóspita pese a esporádica presencia de construcciones humanas como cercas o casillos. La pista, al principio evidente, poco a poco desaparece e iremos siguiendo el camino, a veces por hierba, a veces entre piedras, que según la época del año será bastante poco claro. En general el camino tiende a subir y el terreno se engancha bastante, aunque no hay ninguna zona técnica de verdad.
En un momento dado, coronaremos la loma del monte y comenzaremos el descenso hacía Angón, atravesando campos de labor y dejando el terreno tan poco humanizado que hemos seguido a lo largo de la ruta. La pista, dependiendo de la época del año, puede ser algo peligrosa, ya que tiene bastante pendiente, hay roderas y grietas y el terreno que agarra más bien poco.
En Angón, podremos repostar agua, un bien escaso en esta ruta dado las pocas zonas urbanizadas que visitamos. Es un pueblo pequeño en la transición a la Serranía de Guadalajara y cuenta con una bella iglesia, que merece la pena visitar. El pueblo se supera con rapidez, tomando el camino que nos llevará de forma definitiva a Pálmaces.
Al principio será una pista con clara tendencia descendente, aunque no dejará de regalarnos algún que otro repecho típico de la zona que acabará cruzando el arroyo entre chopos, dejando las ruinas del castillo de Iñesque a nuestra derecha. Aquí veremos como la pista se convierte en un camino lleno de piedras teñidas por el rojo de la arcilla característico de allí. Esta parte es algo más técnica y será un continuo rompepiernas, con un par de bajadillas donde tendremos que saber meter bien la bici por el sitio. Ni que decir tiene que con lo castigadas que van las piernas, aquí se sufre un rato.
Finalmente, acabaremos por coger otra pista más, que nos llevará en ascenso a la zona de los depósitos de Pálmaces. Estamos llegando ya al final y por aquí tenemos dos opciones: Ir directamente a la plaza del pueblo o seguir el sendero que viene en el track, corto pero divertido y que nos llevará a los alrededores de la Fuente fina. Siguiendo el track, nos queda una corta pero dura subida hasta la plaza del pueblo, donde podremos dar por terminada la ruta y disfrutar de un merecido refrigerio en el Bar.
Al final salen unos 46 Km y cerca de 900 metros de desnivel acumulado positivo. Como muchas de las rutas de la zona, al final se hace más dura de lo que parece por estás cifras y eso que el terreno es bastante pistero. No se que tiene pero siempre acabo con esa sensación.
La ruta se puede acortar y hacer solo la parte de la vuelta al pantano, es decir, llegar a los llanos tras la subida al Pinar y tirar directamente a la derecha. De esta manera queda bastante más suave, con unos 30 Km y 500 metros de desnivel.
En cuanto a mi, pues acabé con sensaciones un tanto contradictorias. Por la parte positiva, hice muy buen tiempo hasta el cruce de Robledo, que viene a ser una prueba habitual que hago para mi estado de forma. Sin embargo ese buen ritmo lo hago sintiendo que fuerzo bastante y lo acabé pagando en el resto del recorrido, yendo bastante más despacio y sintiéndome muy cansado en la parte de repechos entre Angón y Pálmaces. La sensación al llegar a casa fue de estar fundido, aunque eso si, satisfecho de volver a rutear por la zona, cosa que no hacía desde hacía bastante tiempo.
Os dejo los enlaces al track y a la entrada de la ruta de la Constante , que viene bien para complementar esta.
Nota: las fotos las hice con el Móvil así que perdonad si están así así!
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