Ayer el cuenta de mi bici marcaba 78 km , 2.200 de desnivel
acumulado en cerca de 5:48 de ciclado. Mi última gran ruta antes del Soplao
estaba terminada y con ella mi preparación. Solo quedan un par de días de la
próxima semana en los que hacer algo de descanso activo antes de tirar para
tierras cántabras.
Desde principios de Marzo, cuando puse la última entrada en
el blog, han pasado muchas cosas y desgraciadamente no todas buenas. La primera
el tiempo. Desde final de ese mes hasta principios de mayo el tiempo solo se
puede resumir de una forma: terrible. Lluvia un día si y otro también, con
nieve a muy baja cota. Vamos, ideal para hacer cualquier ruta de alta montaña
en la que estar muchas horas encima de la bicicleta
Desde luego que estas condiciones meteorológicas han
afectado y mucho a preparar la prueba. Pero no ha sido solo eso. Si en la
primera fase de la preparación físicamente me había encontrado muy bien, en
esta segunda parte mi cuerpo ha tenido sus problemas. Una gripe a final de
marzo, problemas de espalda en Abril y para cerrar una diarrea muy fuerte a
principios de mayo. Un pequeño calvario que me ha tocado sufrir en estos dos
meses.
Marzo de hecho fue un mes muy bueno. Saliendo bastante entresemana
y metiendo esas rutas largas de la presierra de Madrid por el puente de la Marmota o las pistas del
Canal entre Sanse, Tres Cantos y Pedrezuela. Además notaba que me encontraba
bien y que poco a poco iba funcionando mejor con la bicicleta. El tiempo era
excelente con un sol y unas temperaturas que no hemos visto hasta esta semana.
Vamos, que todo iba según el plan.
Los problemas empezaron a final de ese mes, con una gripe,
que si bien no muy intensa, si que se agarro dos semanas largas y no pude hacer
salidas de intensidad. De todas formas tampoco me preocupó mucho en ese
momento, ya que para esas fechas tenía previsto bajar algo el ritmo para
recuperar un poco.
Peor empezó Abril, con una semana santa de tiempo frío
tremendo, lo que unido a mi débil estado por la gripe acabó por dejarme en
casa. Y el problema es que esa fue la tónica de todo el mes de abril. Con
temperaturas invernales, lloviendo 25 días de 30 no eran las mejores
condiciones para hacer rutas de montaña de muchas horas como las que tenía que
hacer.
Sin embargo, no daba mi brazo a torcer, así que a falta de
sierra, buenos son sus alrededores. La zona entre Sanse / Tres Cantos /
Colmenar se convirtió en mi lugar principal para entrenar, ya que es la única zona
cerca de casa donde me podía meter algo de desnivel serio y unas buenas
kilometradas. Ni que decir tiene que entre unas cosas y otras me moje unos
cuantos días, aunque tampoco fue nada grave del todo.
Lógicamente, con un tiempo así tampoco podía estructurar
mucho lo que hacer, así que según se daba el día iba decidiendo. Las salidas de
viernes en Carril bici las dejé de lado, ya no me aportaban mucho y si estaba
la cosa algo despejada, buscaba rutas más duras para ir entrenando, porque lo
mismo el resto del finde no podría casi ni tocar la bici.
A esas alturas notaba que tenía una falta galopante de
puertos largos, casi no había hecho ninguna subida larga de consideración. Y
peor aún, el primer encuentro fue un tanto desastroso. Una ronda por la Pedriza buscando un
domingo que no llovía, que me dejó bastante tocado tanto física como
moralmente.
Por este mes, empiezo a tener problemas de espalda. Voy al
fisio y más que arreglarme casi acabo con más dolores, lo que tiene que te
toquen por zonas que están flojas. Y esos dolores los sigo arrastrando. Y para
cerrarlo, justo el día 30 cojo una fuerte diarrea que me deja fuera de combate
los días 1 y 2 de mayo, justo cuando el tiempo se despeja un poco y hubiera
podido aprovechar para hacer alguna salida
larga
Abril fue por tanto un mes muy negativo, no solo físicamente
sino también para el ánimo en general. Para nada estaba cumpliendo con lo que
quería hacer. Aunque si seguía haciendo kilometradas y no faltaron un buen
número de rutas con 80-90 km
y unos 1.500 de desnivel, me preocupaba mucho que prácticamente no me había
metido puertos de verdad. Y eso era un peligro dado lo que me espera en
Cabezón.
Así que no me quedó otra que en el mes de mayo hacer como
los malos estudiantes y andar lo que no había andado en el último minuto. Estos
dos últimos fines de semana han sido más positivos y en ambos me pude meter
rutas duras de verdad por encima de los 2.000 de desnivel. Bueno, en realidad
la misma ruta, unas zetas dobles con nava. Y entresemana, un par de salidas
cortas pero intensas.
También he estado dando los últimos retoques a mi equipo. A
la bici la he montado una bolsa de sillín, pieza que hacía mucho que no
llevaba. Pero es que cada gramo que no cargue la espalda cuenta para la
barbaridad de horas del soplao. Y también le he puesto los acoples del
manillar, otra pieza de las que últimamente no daba mucho uso. Y en cuanto a la
ropa, compré un par de camisetas de compresión para ayudar a mi ahora débil
espalda (no se como no se me ocurrió antes)
Aunque me noto corto de preparación y con el cuerpo no en
orden del todo, estas dos semanas de mayo al menos me ha servido para
tranquilizarme y poco y pensar que si todo marcha bien, si que podré llegar a
la meta a tiempo. Tampoco tengo claro mi estado físico de verdad. El primer fin
de semana de mayo estaba todavía bajo los restos de la diarrea y tras haber
estado toda la semana comiendo arroz blanco y jamón York. Y esta última, justo
el día de antes también estuve con mal cuerpo, aparte que el brusco cambio a
calor veraniego me hizo tener problemas de hidratación durante la ruta, con
algunos tramos en los que me encontré fatal. Pero ambos días, acabé con
bastante fuerza y para nada completamente fundido. Así que espero que esa
fuerza “profunda” se mantenga.
Acabaré la preparación con unos 2.500 Km y 30.000 metros de
desnivel acumulado. Personalmente creo que es suficiente para llegar, muy
justito pero espero que suficiente. Salidas duras de verdad solo ha habido dos,
estas que he hecho en mayo. Me hubiera gustado que hubieran sido otras dos o
tres más, pero no ha habido manera. Eso si, han caído unas cuantas entorno a
los 1.500 de desnivel con diferentes grados de dureza.
Otra cosa será el día que haga. Si la cosa se pone dura con
agua y frío, esta claro que las posibilidades se dividen. Pero bueno, ante eso
poco se puede hacer. Queda una semana para recuperar mi maltrecha espalda y
tripas, mimar un poco a la máquina y esperar que todas las previsiones se
confundan y haga un día aceptable por Cantabria. Veremos que pasa.
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